AIA

El 2 de abril del 2000 nació una gata que el 16 de mayo de ese mismo año pasó a convivir conmigo y a la que pusimos el nombre de Aia. El día 28 de julio de 2014 yo firmaba la autorización para practicarle la eutanasia.
En estos catorce años hemos tenido la convivencia que todos los que tienen gatos en casa conocen de sobra y que no expondré aquí porque la única intención de este artículo es explicar mi experiencia y aconsejar en plan "conversación de amigos" a las personas de Manresa y su entorno que estén buscando un veterinario. Aconsejar para que, bajo ningún concepto, vayan al que yo fui inicialmente.
Mi intención, aunque difícil de materializar, no es juzgar, tan solo exponer acontecimientos y sensaciones. Yo ya no puedo cambiar mis acciones pasadas, tú puedes elegir tus acciones futuras.

Del 21 al 24 de junio de 2014, marché de viaje y dejé abundante comida y agua para Aia. Mi sorpresa fue comprobar, al regresar, que no había cagado ni una sola vez, por lo que deduje que tampoco había comido, aunque esto era más difícil de saber porque siempre le dejaba comida para varios días y no tenía controlada la cantidad exacta.
El día 26 de junio, al comprobar (pesando la comida) que seguía sin comer, la llevé a un veterinario situado cerca de mi casa: Emili Martí Ramón - Clínica Veterinaria El Niu -. La sensación que me transmitió no fue nada buena: iba de un lado para otro buscando cosas mientras yo hablaba, no me preguntaba si no que yo tenía que darle detalles que creía importantes. Al final lo que estaba preparando, mientras yo le explicaba, era una jeringuilla con una mezcla de medicamentos que le puso a Aia mediante suero y que yo le tenía que seguir dando en casa durante unos días. Le recetó pienso con fibra para favorecer el transito intestinal. Su ayudante le dijo si me daba alguna muestra y él veterinario le dijo que me vendiese un saco. Según el veterinario la gata no presentaba ningún síntoma negativo, quizá algo de heces por expulsar. Su opinión es que podía ser problema de tiroides, según él cosa normal en gatos viejos. Con los conocimientos adquiridos posteriormente, creo que lo más normal para un gato que lleva casi una semana sin comer hubiese sido hacerle un análisis de sangre completo y explicarme claramente que era imprescindible obligarle a comer (y decirme como hacerlo).

Salí con una sensación negativa. El precio 112,25 euros me pareció exagerado pero, a falta de experiencia previa en veterinarios, lo asumí como normal. Después me di cuenta de que no era normal que me vendiese pienso "para cagar" para una gata que necesitaba un "pienso para comer", más aún cuando a los gatos no les gusta que le cambien la comida.
Durante unos días la forzaba a tragar con una jeringa la mezcla de 3 o 4 ampollas que me había dicho el veterinario que le diese. Seguía sin apenas comer, incluso probé con diversas comidas de lata para ver si se animaba.

El día 8 de julio, una vez acabada la medicación, regresé al veterinario (quizá debería haber ido a otro) y me hizo dejar la gata allí un par de horas para sedarla y sacarle sangre para analizar la tiroides (su obsesión desde que entro por la puerta el primer día).
Según sus palabras la gata no presentaba ningún síntoma externo negativo y tampoco le dio demasiada importancia a que no comiese. Por iniciativa mía le pedí algún tipo de comida que fuese fácil de obligarle a comer. Me vendió un gel pegajoso de alimento concentrado que la gata lamía al quedarle enganchado en la boca y el morro. Esta nueva visita me costó 138 euros (que me sigue pareciendo exagerado pero que no es el motivo de la queja principal).

Tres días después, el 11 de julio, voy a buscar los resultados del análisis. Creo que es un análisis muy simple y buscando básicamente el tema de la tiroides. La primera sorpresa que veo y le comento es que los parámetros que hay en el análisis son de "hombres" y "mujeres" y no de "gatos" y "gatas" ya que el análisis es de un laboratorio de análisis humano. Con su característica falta de empatía y pocas explicaciones claras, me dice que hay un pequeño problema renal y que el problema principal es el hipotiroidismo (sólo se han analizado cuatro cosas). Creo que lo normal, visto en perspectiva, y pasados los días sin comer de Aia hubiese sido hacer un análisis de sangre completo.

Durante una semana le tengo que dar a la gata una medicación para el riñón y cada día media pastilla para la tiroides y volver al cabo de 15 días para un nuevo análisis y decidir si hay que dar una pastilla en lugar de media. Salgo de allí pagando 67,60 euros más por el análisis (que sigue sin ser el motivo de este artículo, tan solo lo expongo para los que lean esto y tengan experiencia valoren la normalidad o no de estos precios).



Cuando salgo por la puerta tengo claro que la siguiente visita será en otro veterinario.  No me parecen claras las explicaciones, las conversaciones son de pie, casi a tirones, en definitiva no hay empatía.

Le facilito el análisis y el tratamiento a un amigo veterinario que hace tiempo que no ejerce. Le sorprende que el análisis sea de un laboratorio humano y no animal y que empiece el tratamiento para las tiroides sin hacer ninguna otra prueba, ya que es un tratamiento diario de por vida. Tampoco entra mucho en el tema porque no ha visto a la gata y porque el tema está en manos de otro profesional.

Durante la primera semana la gata vuelve a comer en torno a los 30 gramos al día, no se si es la cantidad normal pero parece que tiene apetito; a partir del octavo día vuelve a dejar de comer (unos 5 gramos al día) hace mucha calor y pienso que también puede influir, aunque durante todos estos días le doy algo de comida concentrada para esconder allí la pastilla triturada para la tiroides.

Sin esperar a los 15 días, el día 23 de julio voy a otro veterinario. Nada más ver a la gata y observar la piel y la boca detecta un importante problema hepático. El trato aquí es mucho más profesional y las explicaciones claras. Le inyecta algo para salvar un poco la situación, incide mucho en que la obligue a comer y le extrae sangre para un análisis. Ahora lo importante es el problema hepático, si hay algo más no es importante de momento. Dos días más tarde, el día 25 de julio tengo el resultado del análisis realizado por un laboratorio veterinario. Este es un análisis muy completo en el que aparecen varios parámetros por encima del límite normal, un par de ellos 30 o 40 veces superiores al rango de referencia. Dictamen: la gata está en una situación límite, la única opción es ingresarla en un hospital veterinario para obligarla a comer mediante intubación. Sólo a título comparativo: la primera visita, más el análisis, mas la visita del segundo día para explicarme la situación, 60 euros. Esto ya suena normal y diría que barato, visto lo visto

Voy a casa, meto a Aia en el transportín y la llevo al hospital veterinario. Alucinan bastante con el análisis de un laboratorio humano y no animal, sin querer entrar a valorar demasiado los análisis de un compañero de profesión los diferentes veterinarios que ven el caso me dicen que un hipotiroidismo es algo excepcional en un gato, lo más normal es hipertiroidismo.

En cualquier caso, entre el tratamiento seguido hasta ahora y, muy especialmente, a la cantidad de días en que la gata no come, o come muy poco, el problema ya es muy grave. La dejo ingresada tres días. Optan por alimentarla manualmente y durante los dos primeros días come; el tercer día internada, que es cuando yo voy para que me informen de la evolución y resultado de las pruebas, ya no ha comido ni al medio día ni en el momento que yo estoy presente.
Hablo con dos veterinarios y no me garantizan nada sobre la salud futura de Aia. La única opción es intentar solucionar el tema hepático y, si lo supera, después averiguar que hay más. La alternativa es dejarla internada al menos tres o cuatro días más e intubarla para alimentarla, después llevarla a casa y tenerla tres semanas intubada dándole comida a través del tubo. También tendrían que hacerle más análisis, pero solo con rasurarle el pelo para hacerle una ecografía abdominal han aparecido numerosas petequias por lo que no se puede pinchar por el riesgo de que sufra una hemorragia.

Viendo la situación y valorando todos los elementos de que dispongo opto, muy a mi pesar y con la emoción a flor de piel, por la eutanasia.

Si has llegado hasta aquí en la lectura y tienes un animal en casa espero que mi experiencia te sirva  para elegir el veterinario y para tomar las mejores decisiones posibles.
Aia. 16-05-2000. Primer día en su nueva casa.

Aia. 16-05-2000. Primer día en su nueva casa.

Aia. 16-05-2000. Primer día en su nueva casa.

Aia. 16-05-2000. Primer día en su nueva casa.

20-07-2013. En la mesa del ordenador.

28-08-2013. En el respaldo del sofá.

13-10-2013. Haciendo posturitas.
30-03-2014

05-04-2014
28-07-2014. La última foto. Muy delgada e imagen movida, quizá una señal de que se estaba yendo...


Palabras clave:
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2 comentarios:

Joan Montoya dijo...

De los primeros comentarios a este artículo en mi Facebook, quiero destacar este:

Ostres Joan, a nosaltres ens va passar gairebé el mateix amb el mateix veterinari. Llegint el teu relat ens hi hem vist totalment reflexats.
No sap tractar gats i enlloc de dir-ho i adreçar-te a un veterinari especialitzat va donant pals de cec i recomanant tractaments inadequats i carissims perquè segons ell són homeopatics.
Evidentment la gateta que tenim ara no posarà una pota a la seva consulta.

Joan Montoya dijo...

Otro comentario:

jo treballo amb veterinaris (crec que bastants competents) i de lo primer que em van ensenyar en el món dels gats, es que mes de dos dies sense menjar els causa lipidosis hepática... ABC senyores veterinarios, que por tener un título adquirido hace 20 años no significa que no hayan que seguir estudiando...