BTT - VÍA VERDE VALL DE ZAFÁN


A raíz de la visita hace unas semanas a Castellón se planteó la idea de hacer una excursión en bicicleta. Tras estudiar diferentes alternativas optamos por seguir la Vía Verde de la Vall de Zafán entre Horta de Sant Joan y Alcañiz y volver al día siguiente haciendo el trayecto inverso.

El sábado salía desde la provincia de Barcelona un coche con Jordi, Eva, Alberto y yo mismo y desde la provincia de Castellón dos coches con Mónica, Elena, Lidia y Pablo.

A las 9:30, con extrema puntualidad, nos encontramos los ocho en Horta de Sant Joan. Al desmontar las ruedas de mi bicicleta, el día anterior, había perdido la hembra del tornillo que engancha la rueda a la bicicleta, circunstancia que descubrí cuando ya estábamos de viaje. En Horta de Sant Joan, en la empresa de bicicletas y deportes de aventura Montsport me dejaron la pieza que me faltaba. Gracias de nuevo. Una vez montadas todas las bicicletas fuimos, como no, a un bar para desayunar.

Después iniciábamos nuestro recorrido para enlazar con la Vía Verde, pero en este corto trayecto paramos para visitar un olivo milenario que hay a las afueras del pueblo (Lo Parot). A mitad del recorrido de la Vía Verde nos desviamos para visitar el poblado ibérico del Tossal Montañés, donde aprovechamos para comer acompañados de los vestigios del pasado.
 
 
Los organizadores
Cuando nos poníamos en marcha, Alberto comprobó que tenía una rueda pinchada, una vez solucionado el problema continuamos nuestra marcha entre campos de olivos y almendros. El día, meteorológicamente hablando, era perfecto, pero cuando faltaba una hora para llegar a nuestro destino la temperatura bajó en picado y tuvimos que abrigarnos al máximo. Sobre las 17:30 llegábamos a Alcañiz después de 65 Km. de recorrido.

Una vez en el hotel, tras una buena ducha y un pequeño descanso salimos a dar una vuelta por la parte vieja de la ciudad. Hacía bastante frío y humedad y además teníamos hambre, así que no quedaba más remedio que ir a una tasca. Como hacía poco que yo había visitado la ciudad, guié a mis compañeros a un bar donde degustamos diversos “platicos” y un par de botellas de buen vino. Una vez con los estómagos calmados y con el cuerpo entrado en calor buscamos otro bar donde hacer unos postres. Después de largo rato de búsqueda acabamos en un bar cercano al anterior donde tenían postres caseros elaborados al momento (bueno, había que esperar 20 minutos). El siguiente paso era dirigirse de nuevo al hotel para descansar y tener fuerzas para la continuación del día siguiente.
 

Domingo por la mañana. Las cuatro habitaciones del hotel abren sus puertas y todos juntos nos dirigimos a una pastelería que nos había aconsejado el día antes un policía municipal. Nos hubiésemos comido todas las pastas y la repostería que había delante de nuestros ojos, pero nos tuvimos que contenernos y ser un poco mesurados.
 
 


De nuevo en el hotel cogimos las bicicletas e iniciamos el recorrido del día anterior, pero en sentido inverso (como es lógico). El día también se presentaba agradable para estar a mediados de diciembre, no obstante nos tocaba ir poniendo o quitando ropa según el momento del día.
A medio recorrido paramos en una de las diversas estaciones abandonadas para comer y descansar un poco. Después continuamos el recorrido disfrutando de la compañía y el entorno que iba apareciendo ante nuestros ojos tras cada pedalada.
 

Mi compañera de aventuras
 
 


Después de 57 kilómetros estábamos de nuevo en Horta de Sant Joan.
El primer paso fue colocar de nuevo las bicicletas en mi coche para lo que tuvimos que recordar nuestra etapa de jugar al Tetris… transportar cuatro personas y cuatro bicicletas en el interior de un Pathfinder es una tarea laboriosa.


¿Ahora que había que hacer?, pues ir al bar a reponer fuerzas y continuar hablando del pasado, el presente y el futuro.

En total 122 kilómetros por un recorrido asequible, pero con mucho merito para Elena, que es una debutante en el mundo de la bicicleta y para algún otro compañero poco habituado al pedaleo.

Quiero destacar que no encontramos a nadie recorriendo la Vía Verde en los dos días que ciclamos por ella, es una lastima que no se aproveche más a fondo la genial idea de reconvertir antiguas vías de tren en caminos aptos para hacer deporte y turismo.

En resumen, dos días muy interesantes, donde se ha demostrado la solidaridad entre las personas: a Eva le dejaron una llave inglesa en un bar cercano a su casa, a mí me dejaron el tornillo de la bicicleta, dos compañeros venían con bicicletas prestadas y todos dimos soporte a los más débiles.

Ya hay nuevos planes…

No hay comentarios: