POR TIERRAS DE CASTELLÓN

Tres días de fiesta y múltiples posibilidades. La primera intención era dirigirse al Pirineo pero las perspectivas de lluvia intensa casi segura nos hizo optar por ir hacia el sur. En esta ocasión Lidia se ofreció de anfitriona y hospedera así que, sin dudarlo, aceptamos su oferta.
El sábado a las nueve de la mañana nos encontrábamos en Abrera cinco amigos (Eva, Laia, Cat, Alberto y yo) y nos dirigíamos hacia Castellón conducidos hábilmente por Alberto. Una vez en casa de Lidia dejamos todos nuestros trastos y fuimos al puerto del Grao a comer un arroz. En todo momento la lluvia amenazaba con mojarnos ya que estábamos en una terraza, pero finalmente se comportó y solo cayeron cuatro finas gotas. Tras saborear el aperitivo y el arroz nos dirigimos a Benicassim donde empezamos caminando por su largo paseo marítimo y seguimos a través de la vía verde que nos llevaría hasta Oropesa. En total 18 kilómetros entre la ida y la vuelta disfrutando de un bello paisaje y compartiendo el camino con numerosos paseantes y ciclistas.
Ya de noche tocaba ir de tapeo por Castellón, donde nuestro grupo se fusionó con otro hasta totalizar 13 personas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El domingo nos dirigimos al Desierto de las Palmas. En su interior hicimos un circuito de unos 12 kilómetros hasta las Agulles de Santa Àgueda guiados por Monica y Miguel. Se trata de un camino fácil y tranquilo que nos muestra una costa muy diferente a la de los grandes edificios que hay apenas 2 o 3 Km. más abajo. 
La gran cantidad de madroños que encontramos a nuestro paso nos proporcionaron su fruto a lo largo de todo el camino. Acabado el circuito aún nos daba tiempo de hacer un aperitivo en un lujoso hotel de la zona, antes de ir a buscar una paella que degustaríamos en casa un poco más tarde. A la comida se incorporaron otros dos amigos que además vinieron provistos de pastas variadas.
La sobremesa se extendió hasta unirse con la cena. Entre tanto tuvimos la oportunidad de ver una película y disfrutar de una clase improvisada de pilates que muy gustosamente nos ofreció Ana (se nota que le apasiona).
 
 
 
 
 
 

 
 
El lunes fuimos hasta el pueblo de Ares (merece la pena la visita) y allí anduvimos por el Camí de la Mola d'Ares, aunque el viento era de tal magnitud que acortamos la excursión. Al finalizarla fuimos a tomar algo en un bar y luego nos dirigimos a un restaurante donde volvimos a coger fuerzas.
Desde allí nos trasladamos hasta Morella donde dimos una larga vuelta disfrutando de esta también hermosa ciudad.
Ya entrada la noche llegábamos a casa después de un muy interesante fin de semana de tres días.
Desde aquí darle las gracias a Lidia por su gran hacer como anfitriona y al resto de participantes en las actividades por hacerme sentir tan bien.

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