Joan Montoya: DOS DÍAS EN BTT POR BOUMORT

Hace tiempo que no escribo sobre mis aventuras montañeras, pero en esta ocasión, que ha sido especial para mi, me apetece explicar mi fin de semana.

Algunos días atrás mi amigo y compañero de diversas aventuras, Jordi Riera, me propuso ir el fin de semana a hacer una excursión en bici de montaña por Boumort, inmediatamente le dije que me apuntaba, sabedor de que sería un fin de semana muy interesante. Lo que no sabía es que sería un fin de semana lleno de casualidades y de acontecimientos inesperados.

El día anterior a la salida, hablando con un compañero de trabajo, me dijo que una amiga común iría el fin de semana en bicicleta a Boumort y la cosa quedó ahí, pensé que lo mismo coincidiríamos a la hora de dormir en el refugio.

Con Jordi había comentado la posibilidad de iniciar la ruta en Organyà, pero finalmente decidimos comenzar unos diez kilómetros más adelante, en Montanissell, para distribuir mejor el desnivel entre el sábado y el domingo.

Cuando íbamos en coche entre los dos puntos, encontramos a tres ciclistas ascendiendo por la carretera, vimos que una era la Mar y hablamos lo justo para saber que todos dormiríamos en el Refugio de Cuberes.

Jordi y yo aparcamos en Montanissell, preparamos las bicicletas e iniciamos la ruta. Al cabo de un par de horas los tres ciclistas nos atraparon y descubrieron sorprendidos que eramos nosotros, como llevábamos las bicis dentro del coche pensaron que íbamos a hacer otro tipo de actividad de montaña.

Eran la ya mencionada Mar, Mireia y Ramon. Decidimos continuar juntos la excursión, pero nos separamos más adelante, después de comer, porque teníamos planeadas dos rutas diferentes, ellos harían todo el trayecto restante por pista forestal y nosotros recortaríamos un tramo por un camino no ciclable en varios tramos.

Más adelante dejamos las bicicletas junto a una alambrada y subimos caminando hasta el Cap de Boumort, una pequeña cima con unas vistas espectaculares.

Ya cerca del Refugio de Cuberes, Jordi y yo nos desviamos hasta la Ermita de Esplà, que se encuentra cerca de un refugio libre.

De regreso sobre nuestros pasos para acabar de llegar al refugio, volvimos a encontrarnos con el otro grupo y, ya juntos, nos presentamos en nuestro destino del primer día.

Bebimos unas cervezas en el exterior del refugio con una meteorología perfecta, la misma que nos acompañó los dos días. A la hora de la cena apareció Lourdes, que tenía previsto acompañarnos el segundo día.

Este primer día resultó fantástico, tanto por la parte deportiva, como paisajística y, especialmente, por el buen rollo entre los seis compañeros, que parecía que nos conociésemos de toda la vida.

El domingo, después de desayunar, continuamos la ruta, con una parada intermedia para visitar los "Tarters dels Manairons", dos tarteras de piedras voluminosas en un lugar inesperado para este fenómeno geológico (no se si este es el nombre correcto en castellano).

Durante la ruta tuvimos una larga subida, aunque lo espectacular fue una bajada de unos quince kilómetros por una pista llena de piedras, peligroso para ir en bici pero superdivertido.

Llegamos sin novedades hasta Organyà donde comimos los seis juntos para después separarnos, ya que el otro grupo tenía el coche allí y Jordi y yo teníamos que recorrer los diez u once kilómetros hasta Montanissell, que nos habíamos ahorrado el día anterior.

Para completar las causalidades mientras ascendimos en bicicleta nos cruzamos con un conocido de Manresa que bajaba en coche.

Desde luego un fin de semana para enmarcar y con ganas de volver a compartir actividades con el resto del grupo.

Lo que une la montaña que no lo desuna el valle.